Varias cosas importantes han pasado esta semana. Acontecimientos que nos han marcado a todos, aunque de manera totalmente diferente.
Ayer fue el "día de las celebraciones". A las diez de la noche fueron descorchadas dos botellas de espumante que acompañaban una tarta. Cada elemento tenía su propia celebración, y no las voy a decir por orden de importancia, porque todas han sido costosas: econímicamente, anímicamente... y todos los "...mente" que queráis añadir. Algún elemento incluso, en determinados momentos, parecía imposible...
La tarta fue para el grupo de "Vinculalia". Por atreverse a montar lo que era necesario e imprescindible, y que ha sido recortado en tiempos de crisis (por no decir casi-suprimido). Despertamos nuestras emociones, lloramos mucho, reflexionamos, nos conocimos un poco más... y conocimos a gente estupenda que nos contará sus experiencias y nos acompañará en este camino. Estos cursos prometen y las lágrimas terminaron de manera dulce. Gracias chicas por arriesgaros tanto en un momento social tan malo.
Una de las botellas fue para Silvia, la mamá todoterreno, llena de energía, vitalidad, preparada... y a su "maridín", que es también una fuente de tranquilidad para tanta energía desbordada. Tiku es el culpable de la celebración. Esa maravillosa historia nos sirve a todos: padres, madres, hijos... haya adopción o no por en medio. Junto con sus otros dos libros forman parte de nuestra biblioteca imprescindible.
La botella que llevaba meses enfriándose en la nevera eran para los que llevan meses esperando con paciencia (no pongo sus nombres por prudencia). Sin confirmación oficial (es imposible sonsacar nada a los de consellería) todos hemos sacado nuestras conclusiones. El día que los conocimos pusimos esa botella a enfriar en la nevera a la espera de la asignación; pero ese momento es algo tan íntimo y familiar que, cuando llegue (creo que no esperarán mucho, tengo un pálpito... y muchos sueños) todos sobraremos menos su núcleo familiar. Así que el brindis fue por ellos, por conseguir lo que en muchos momentos me pareció casi imposible. No por falta de preparación o maduración. Dejémoslo ahí. Felicidades, chicos!.
¿No hubo brindis ni tarta para Dani o para mí?. No. Estamos demasiado abrumados con nuestro actual proceso de valoración. Hemos decidido celebrarlo todo cuando acabemos las entrevistas, limpiemos la casa a fondo para la visita domiciliaria y nos digan si creen que somos idóneos o no. En ese momento cogeremos la caravana un fin de semana y lo celebraremos de manera absolutamente indecente.
Y para terminar el día, un mensaje de última hora, de madrugada. Lo he leído hoy y lo acabo de contestar. Para ella no hay tarta ni espumante. La distancia y la prudencia lo impiden. Pero hoy, mi esposo y yo descorcharemos una botella en la comida para unirnos a su celebración. Va por tí, compañera de viaje...
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