Estuve varios días, Luisito, temiendo tu cumpleaños, temiendo cómo iba a sentirme. Sintiendo el agobio de esta dura espera. ¿Cómo ir a trabajar sabiendo que mi hijo cumple un año y aún no lo conozco? Sin embargo hijo mío, ya te quiero. Hay un rinconcito en mi corazón que día a día va creciendo y que se llena de amor aunque crece en dolor por no tenerte ya entre mis brazos. Es cierto, duele...
Pasó tu cumpleaños, lo celebramos con tu familia y tu hermana sopló la vela en tu nombre. Ella feliz, todos felices. ¿Y tú?
Y pasaron un par de días, y vino la tía Laura con tu primo Leo, con el que te llevas sólo 17 días. ¡Qué grandes amigos vais a ser!. Y yo miraba a mi sobrino, pensando: "yo tengo uno así en China". Y todo el dolor que no saqué en tu cumpleaños (ya me preocupé yo por tener un día extremedamente ocupado, para no pensar), repito, todo ese dolor empezó a aflorar de a poquito, aunque lo llevé bien.
Lo llevé bien hasta que después de comer, Leo quiso la siesta y yo me lo llevé al cuarto para dormirlo, para ayudar a mi hermana que iba agobiada.
Y así, meciendo ese cuerpecito regordete, viendo cómo se le cerraban los ojitos, y sintiendo como se quedaba profundamente dormido en mis brazos... ¡exploté!.
Y lloré...
Lloré todo lo que no lloré en la asignación.
Ni lo que no pude llorar cuando le decía a tu hermana: ¡¡¡tienes un hermano!!!
Ni lo que me guardé en el día de tu cumpleaños.
Lloré con sollozos, con desesperación, con alegría, con miedo y rabia. Porque yo tengo a mi hijo en China, y no lo puedo abrazar. Ni lo puedo besar. Ni lo puedo acariciar. Y aún no tengo ni fecha para hacerlo.
Lloré porque me siento madre.
Y también pensé en que, ese día, también habría una mamá en China, que no sé que sentimientos tendría, pero imagino que muy similares a los míos, aunque más doloroso. Mucho más doloroso.
Hay dos madres que te quieren, hijo mío. Una ya te dió la vida. La otra suspira por cuidarla y llevarte de la mano... y enseñarte a volar.
Feliz cumpleaños hijo mío. El último que pasas solo. Te lo prometo.
Papá, mamá y LY, con tu tarta de cumpleaños
¡Qué rica estaba!
Me emociona profundamente leer tu relato, Susana. Pienso en vosotros y en lo que estaréis sintiendo, en esta espera que por momentos se hace difícil de llevar, pienso en las familias de origen de los peques, en sus madres sobre todo, en cómo vivirán su día a día, si pensarán en ellos muy a menudo, y sobre todo en nuestros hijos que esperan, ajenos a todo, y que ni siquiera saben que suspiramos por ellos y besamos sus fotos, a miles de kilómetros de distancia.
ResponderEliminarLlora, Susana, saca lo que llevas dentro, de nada sirve guardarlo, ya has pasado por esto antes y sabes que el día de ir a por él y abrazarlo llegará, parece lejano pero llegará y tendrás a tus dos hijos contigo para siempre. Un abrazo.
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