Desayunamos en el buffet del hotel. Creo que es la primera vez en mi vida que doy tres vueltas en un buffet lleno de platos y no cojo nada hasta que, por vergüenza, acabo echándome en el plato lo primero que veo y que se parece a algo reconocible… ¡¡Todos los platos son chinos!! Ensaladas picantes, cosas irreconocibles con aspecto de carne, huevos con una pinta un tanto rara, sopas de mil cosas desconocidas… Lo más normal, el arroz tres delicias. Nada de leche, zumos o pan. Nada de yogures. ¡Hasta la fruta es rara! Y para colmo sólo hay palillos… Welcome to China!
A las 10:30 de la mañana y tras el desayuno más raro de mi vida nos encontramos con la guía en el hall del hotel. Nos hace sentarnos y nos cuenta por encima algo que ya conocemos por la ECAI: el importe de los gastos a los que tenemos que hacer frente (en yuanes) y que debemos cambiar dinero en el banco para poder pagar a los diferentes agentes que intervienen en este proceso. Nos llama la atención que primero nos hable del banco, luego de una casa de cambio, luego de un agente del banco que hace la gestión… un poco más y el cambio lo hace su tío el de Cuenca, pero en fin… Yo me quedo algo más tranquilo cuando entramos en la página oficial del Bank of China y vemos el tipo de cambio del Euro/Yuan al que cerró la sesión el viernes. Además, el señor que va a traernos los billetes nos los trae al hotel y en el mismo tienen una máquina que cuenta los billetes y detecta los falsos… Aun así me hubiera quedado más tranquilo cambiándolo personalmente en el banco, la verdad. En fin, supongo que hay que dar de comer a los comisionistas, ¿no?
Tras realizar el cambio de la pasta y esconderla bien en nuestra habitación (que el fajo de billetes que nos entregaron abultaba más de diez centímetros… Es increíble cómo unos pocos billetes de 500 euros se convierten en cientos de billetes de 100 yuanes, el billete de mayor valor facial que tienen aquí y que no llega a los 15 euros al cambio. Esto no hay quien lo esconda…), nos vamos con la guía a comprar el carro a un centro comercial cercano a su hotel. El día anterior habíamos visto ya algunos en Carrefour, por si las moscas y para tener un dato de referencia, pero en este sitio nos enseñan otros que están bastante bien. Acabamos comprando uno de Minnie, en rosa, por escasos 70 euros. Fase uno completa.
Nos enseña también tiendas de ropa de bebés (de momento vamos servidos pero nunca viene mal) y compramos también alguna cosilla para comer en el hotel antes de la entrega. Ahora solo queda aguantar una tensa espera hasta que se hagan las 15:30 y nos llame la guía para que bajemos al hall, que es donde se va a hacer la entrega.
Mientras esperábamos a que se hiciera la hora y para intentar que el tiempo corriese más deprisa, nos dedicamos a deshacer las maletas, organizar la ropa y conectarnos a Internet (misión imposible en China, por cierto…). A las 15:00 en punto nos vestimos para estar preparados: la hora se acercaba. Nos mirábamos sin saber si reír, llorar… estamos un poco en shock.
Dejamos preparadas las cámaras de fotos y la de video para el encuentro y comienza la cuenta atrás.
Cuando suena el teléfono a las 15:30 en punto respondo con el “hello?” más ansioso que he soltado en toda mi vida. Suena la voz de la guía al otro lado diciéndonos que bajemos, que ya ha llegado la gente del orfanato. Cuelgo con un “OK, ya bajamos” y miro a Susana por última vez antes de dejar de ser dos. Respiramos hondo y nos dirigimos al ascensor para recorrer los 18 pisos que nos separan de nuestra hija.
Al llegar al hall vemos a la guía, dos mujeres (que suponemos son la decana del equipo de menores del orfanato y la cuidadora principal de LY) y un hombre, R., al que ya conocemos por fotos previas. Nunca le agradeceremos bastante todo lo que ha hecho por nosotros. Entre ellos cuatro está nuestra pequeña, tapada hasta las orejas por la ropa y con cara de susto.
Nos acercamos nerviosos y Susana se queda grabando con la cámara de video los primeros instantes. La cuidadora pone a LY frente a mí y la dice “Ta shi bàba”, “Él es papá”. La niña me mira y tras unos instantes de desconcierto acaba andando hacia mí con los brazos abiertos para que la coja. Es indescriptible lo que se siente dentro, pero os aseguro que no me había imaginado ni remotamente nada igual. En ese momento sabes que es ella, que tenía que ser ella, que ya eres padre y la quieres más que a nada en el mundo y pobre del que ose tocarla un pelo… La abrazo, la beso, la estrujo. La pobre niña debe pensar que estoy mal de la chaveta, pero yo tengo todos los pelos del cuerpo erizados y estoy llorando a mares de pura felicidad. Sonrío, sonrío y sigo sonriendo para que la nena no se ponga tensa o detecte nada que la confunda, pero por dentro tengo un maremoto de sentimientos que azota mi cuerpo.
Pasado el shock inicial la llevo con su madre y la escena se repite, pero esta vez con ella. No hay rechazos, no hay dudas, no hay casi ni recelo. Ver a Susana con nuestra hija en brazos es una sensación indescriptible. Se acabó la espera, se acabó la incertidumbre. LY mira a su madre y aún no sabe lo que sentimos por ella, pero tenemos las emociones a flor de piel y suspiramos a cada gesto que hace, a cada movimiento, a cada abrazo.
Nos deshacemos en halagos hacia la gente del orfanato a dos bandas: Susana le va soltando frases a la guía cual ametralladora intentando que se lo traduzca al chino mientras yo hago lo propio con R. en inglés y él pone cara de póker. Creo que mis conocimientos del FCE de inglés han quedado temporalmente desactivados por falta de conexión entre mis neuronas, fundidas por la intensidad del abrazo con LY y la emoción del momento.
Charlamos un rato, nos cuentan los hábitos de LY y les entregamos nuestros regalos. Regalos míseros en comparación a lo que nos están entregando ellos, pero comprados con todo nuestro cariño (y uno muy especial regalado por un gran amigo que se ha desprendido de un bien muy preciado para que se lo entregara a R. como agradecimiento… Mil gracias, José Luís. Eres un grande entre los grandes…). La sorpresa viene cuando nos dicen que ellos también nos han traído regalos. Así, nos hacen entrega de un par de DVDs con fotos y videos de LY, otro con datos del orfanato, ropa para la nena recién comprada, galletas y dulces para estos primeros días, una caja con un panel desplegable en madera con una escena tradicional china preciosa… Nos dejan abrumados. Para colmo, R. nos deja un disco duro externo donde hay muchas más fotos y videos de LY y nos dice que nos copiemos lo que queramos y se lo devolvamos al día siguiente en la notaría. Increíble.
Nos despedimos de todos ellos con lágrimas aún en los ojos y nos subimos con nuestro tesorito a la habitación del hotel a intentar serenarnos un poco. La cubrimos a besos hasta llegar a atosigarla, pero no podemos evitarlo.
Veníamos algo temerosos con el tema de qué podría y qué no podría comer, pero el personal del orfanato nos ha quitado todos los miedos diciéndonos que come de todo, incluida ternera, pescado, leche de vaca, cereales, trigo… Vamos, que la dan comida de adultos, nada de papillas o purés, así que tema resuelto.
Nos ponemos a jugar con LY y nos dedica sus primeras sonrisas, que consiguen hincharnos los corazones. Juega con nosotros sin ningún problema y sin extrañarnos come tanto y con tanta ansia que nos da hasta miedo por si devuelve...
En cuanto pasan unos minutos no podemos resistirnos más y queremos conectarnos con nuestras familias para que la vean. Nos metemos en Skype como podemos y en ese momento están conectados nuestros amigos Silvia y Damián. Les llamamos por sorpresa sin siquiera avisar antes y nos coge la llamada Damián, que casi no puede contener la emoción de vernos, pues no habían sabido nada de nosotros desde que salimos de Madrid. Llama a Silvia y la saca de la ducha (¡la pobre!) para que contemple a nuestro tesoro. Silvia, con la toalla en el pelo, no es capaz de contener el llanto y la alegría al vernos al fin con nuestra hija.
Tras hablar un rato con ellos y despedirnos felices hasta el siguiente ratito, llamamos a la abuela Magda, que al fin se ha conectado. Es verla y ponerse a llorar, todo de golpe. Emocionada, la vamos contando cómo ha ido la entrega y cómo han sido los primeros momentos, cómo se encuentra la niña (¡acordaos de todos nuestros miedos!) y cómo estamos nosotros. Creo que en estos momentos es la abuela más feliz del mundo mundial… igual que nosotros.
Cuando colgamos a la abuela, llamamos al teléfono de los otros abuelos, Regina y Juan. Ellos no tienen internet y no pueden vernos (hasta que se junten con Laura), pero al menos pueden oír nuestras voces y compartir nuestra alegría. No necesitamos verles para saber que están llorando de alegría y de emoción de ver que, al fin, ha llegado su segunda nieta a la familia.
Tras un ratito de conversación y saber que la peque está plácidamente entre nuestros brazos, dejamos a los abuelos y seguimos buscando familia conectada con la que poder compartir estos primeros momentos. Es el turno de Maribel y Manolo, que han estado varios días acostándose a las mil con la esperanza de poder hablar con nosotros. Al fin conectamos con Maribel que se deshace en halagos con nuestra pequeña. Su alegría, al igual que la del resto de la familia, es contagiosa. Hace subir a Manolo del trabajo para poder pasar unos instantes con nosotros y le vemos llorar al otro lado del mundo porque nosotros somos padres y ellos, que han vivido una experiencia como esta, saben mejor que nadie lo que significa. Gracias, familia, gracias.
Cuando acabamos con el Skype es ya la hora de irse a hacerse unas fotos. Nuestra guía nos ha comentado que debemos sacarnos unas fotos para el libro de familia chino y para los trámites que deberemos hacer al día siguiente en el registro, policía y notaría. Nos ponemos en marcha y comienza la aventura de buscar, en domingo, una casa de fotografías donde nos las hagan. Acabamos encontrando una abierta tras una buena caminata y este es el resultado:
Volvemos al hotel –no sin antes comprar la cena de camino con ayuda de nuestra guía– y seguimos jugando con LY un ratito en el suelo enmoquetado de la habitación. La niña ríe y se muestra juguetona con nosotros, así que disfrutamos como enanos con ella. Al cabo de un ratito se nos ocurre enseñarle a LY algunas fotos y acabamos mostrándole el álbum que una de sus cuidadoras la ha dedicado con todo cariño, lleno de fotos del orfanato. En ese momento le cambia la cara y se pone triste. Increíble cómo pueden remover por dentro estas cosas a una niña de dos años escasos…
Al fin, tras la cena, la desnudamos para ponerle el pijamita. Otra sorpresa: tiene una mancha en la rabadilla, como un gran moratón. Pensamos que se ha debido dar algún golpe recientemente, posiblemente al bajar de un tobogán. Incluso pensamos en llamar a nuestra guía para decírselo y que no piensen que hemos sido nosotros, pero nos parece excesivo y decidimos comentarlo al día siguiente con todos ellos. Lo curioso es que no la duele la zona. Ni siquiera parece molestarle…
Le ponemos el pijama y al fin nos acostamos los tres en la cama, ella en medio. Llora un ratito (nada que un buen chupete no solucione), se agarra con sus manitas a nuestros dedos y se acaba durmiendo plácidamente entre ronquidos (está algo acatarrada y la polución de la ciudad no ayuda precisamente). Somos tres. Somos felices. Somos padres.
Que bonita es la pequeña!!! como no se os va a caer la baba con este bombon!!! ENHORABUENA FAMILIA, SE ACABO LA ESPERA, AHORA EMPIEZA LA VIDA!!!
ResponderEliminarMe ha hecho mucha gracias lo del moraton, seguro, seguro que es la mancha mongola, mi pequeño tiene varias en el culete y todo el mundo piensa que se ha caido. No preocuparse, es su signo de identidad ;-).
Paty
No importa cuántas veces lo lea,no importa que ya me lo hubieseis contado por skype, lo leo y me emociono, puedo sentir vuestra felicidad. estamos los cuatro deseando veros, contando los días para daros un abrazo. os queremos.
ResponderEliminarno hay palabras......!!!!!!!!enhorabuena papis, teneis una hija PRECIOSA!!!!!!! tiene carita de muñeca, un bomboncito....y a vosotros se os ha puesto una "cara de padres felicisimos" q no sé pué aguantá!!!
ResponderEliminarCONSEGUIDO!!!!
Ay dios mío. Creo que nunca voy a olvidar ese día, esa hora y ese momento. Tengo retenidos pocos momentos en mi vida pero éste es uno de ellos. Estoy segura de que pase los años que pasen podré volver a ese instante. Estaba en la ducha intentando hacer mi ritual Hammann para relajarme cuando entra mi maridín gritando: "que están, que están, que están" Abre la mampara y con una cara que no le había visto más que en otra ocasión (el día de nuestra boda) me recibe con el albornoz abierto y yo corriendo me lío el pelo, llena de jabón a tope y me lio en albornoz. Las zapatillas se mojan y corro por el pasillo. Y allí estábais los 3 por fin. Una mezcla de sentimientos increíbles; no sabía si reir o llorar... POR FIN, POR FIN la eterna espera ha terminado. Todo el sufrimiento ya queda atrás. Por fin, amigos... podíais abrazar a vuestra hija.
ResponderEliminarPasarán muchos años y estoy segura de que podré volver a ese instante en cualquier momento. Es uno de los pocos buenos a los que puedo retornar (los malos son velcro y los buenos teflón...) pero éste ya me he encargado de guardarlo en velcro. Ayssssssssssss, qué felicidad, amigos. Una más para la piscina este verano!! os queremos.