Hoy nos hemos levantado prontito los tres, pues a las ocho en punto tenemos que estar en el hall del hotel. Va a ser un día movido, ya que tenemos que ir al registro (para inscribir la adopción), a la policía (para solicitar el pasaporte) y al notario (para terminar los trámites de formalización). La guía nos ha insistido mucho ayer en que seamos puntuales, pero es la primera vez que hacemos esto con una niña, así que no tengo todas conmigo en que vayamos a conseguir estar a la hora pactada…
Después de desayunar en el buffet del hotel (qué bien come esta niña, señor…) nos bajamos al hall con las cosas de la nena y la documentación necesaria preparada y allí tenemos a S. esperándonos. Sólo nos hemos retrasado 10 minutos (todo un record teniendo en cuenta los factores que intervenían esta mañana para poder estar a tiempo) y no nos han puesto mala cara. En la puerta del hotel tenemos un chófer esperándonos para llevarnos al registro. Este es el primer paso que debemos dar hoy: inscribir a nuestra hija como adoptada en el registro civil chino, proporcionándonos el libro de familia chino para que, posteriormente, un notario de fe de dicho hecho registral y se formalice la adopción. Aquí tenemos a la radiante mamá en la oficina del registro:
En el registro están esperándonos nuestros ya amigos del orfanato. Lo primero que hacen al vernos es preguntar cómo nos ha ido con la niña y cómo estamos… ¡Pues cómo vamos a estar! ¡Encantados de la vida!
Nuestra guía nos pregunta si, tras estas veinticuatro horas de “empatía” (que así llaman los chinos al día de reflexión que te dan para que veas si realmente estás convencido de que quieres adoptar), seguimos queriendo quedarnos con LY. A mi mente vienen de golpe miles de respuestas (bastante malsonantes algunas de ellas) pero al final acaba saliendo un sonriente “¡por supuesto!” de nuestros labios. Sé que hay parejas que llegados a este punto acaban diciendo “no” y nunca, jamás les juzgaré. Tiene que ser muy duro encontrarte, tras años de larga espera, con cosas para las que no te encuentras preparado y me parece un gran ejercicio de responsabilidad decir un “no” a tiempo, perdiendo ilusiones, tiempo, esperanza y dinero a acabar con un reabandono posterior (que esa es la palabra que realmente define y sustituye al famoso eufemismo de “devolver” al niño o niña al orfanato…). El caso es que estamos absolutamente convencidos de que LY ya es hija nuestra, lo pongan los papeles o no, así que… ¡a por ella!
Mientras todo esto ocurre, las cuidadoras del orfanato están con LY como pez en el agua. No dejan de jugar con ella, sonreírla y hacerle carantoñas. Son un verdadero encanto. Si no fuera porque sabemos lo que ocurre con estos menores cuando cumplen cierta edad y que un orfanato no es un sitio donde reciben todo lo que necesitan, casi pensaríamos que LY está genial donde está y que estamos haciendo algo malo. Pero por mucho cariño que quieran darle, LY necesita atenciones constantes, estímulos constantes, cuidados constantes. Y eso, no hay orfanato que pueda darlo por bueno que sea…
Una vez realizado el acto del registro, nos proporcionan un precioso libro de familia chino (que una vez en España sólo nos servirá de recuerdo) y la registradora nos hace entrega de un regalito, una borla china de color violeta muy bonita. Nosotros a su vez le hacemos entrega del turrón de Jijona que hemos traído para la ocasión y nos despide con un “congratulations!” que nos llega al alma. ¡Ya queda menos para ser oficialmente los papás de LY! Ella, como si supiera que estamos cumpliendo nuestros sueños por su culpa, nos regala una de sus preciosas sonrisas en el registro:
El siguiente paso es ir a la comisaría de policía a solicitar el pasaporte para la niña. Este trámite tardaría normalmente unos quince días, pero el Sr. Dinero lo puede todo (bueno, vale, CASI todo…) y soltando unos cuantos cientos de yuanes nos lo tendrán listo para el viernes. Así que dicho y hecho: cogemos de nuevo el coche y nos vamos a comisaría mientras LY se come una de esas galletas de arroz que tanto la gustan por el camino:
En la comisaría, es la gente del orfanato la que se maneja mejor. Los trámites en China son intrincados: hay que rellenar decenas de papeles, ir de una planta a otra, de una sala a otra, hacerse fotos en un cuartito improvisado al efecto en mitad del edificio… ¡Buff! Menos mal que los tenemos a ellos, pues hasta nuestra guía está algo desorientada…
Terminamos los trámites en la policía y salimos pitando al notario. En China todo es rápido, todo se hace casi a la carrera. No es porque tengan especial prisa, sino sencillamente porque son así. Es su forma de ser, su idiosincrasia…
Para llegar hasta el notario tenemos que atravesar varios barrios del extrarradio de Jinan. Si el centro de la ciudad ya nos había dado una impresión de descuido, suciedad y polución, la imagen de la periferia es aún más deprimente: todo está cochambroso, desde los coches hasta los puestos ambulantes o las tiendas de la calle. El pavimento está lleno de baches, las alcantarillas del suelo vomitan humo y la gente parece sacada de una película de chinos de la edad media… Estamos comenzando a descubrir el lado más tremendo de las grandes ciudades chinas. Gracias a Dios, LY no vivirá en medio de este caos.
Llegamos al fin al notario y no nos hacen esperar. Por una parte, la gente del orfanato en representación del propio orfanato y del centro chino de adopciones (el famoso CCCWA). Por otro, nuestra guía en representación de la ECAI con la que tramitamos la adopción. Por último, nosotros como la pareja que adopta a LY. Todas las partes firmamos ante la notaria los documentos pertinentes en los cuales nos comprometemos a no maltratar nunca a LY y a criarla con los mismos derechos y deberes que cualquiera de nuestros otros hijos (cuando los tengamos). En la firma está presente de forma simbólica el abuelo que subió a cuidar de LY al cielo apenas un par de meses después de que ella naciera: firmamos los documentos con el bolígrafo que nos regaló en su momento “para la firma de las cosas importantes”. ¿Hay algo más importante que esto? Gracias, papá…
Una vez realizados los trámites, LY ya es oficialmente hija nuestra. Abrazos, fotos, sonrisas, regalo para la notaria (más turrón, explicándola que no es uno cualquiera, sino que está comprado en la tierra donde se hace el mejor turrón del mundo y además es un gran turrón, 100% almendra…) y de vuelta al hotel.
Alcanzada nuestra “casa” provisional, nos despedimos de nuestros amigos del orfanato. Las cuidadoras se vuelven por la tarde y uno de ellos se queda pues hay otro menor al que han hospitalizado para realizarle una intervención. Nos da mucha pena, pues sabemos que es difícil que volvamos a verles en persona algún día, pero así ha de ser. Nuestra guía nos indica que ahora tenemos ya tiempo libre hasta que ella recoja los documentos y el pasaporte y podamos regresar a Beijing el sábado. Mientras tanto, nos recomienda que salgamos poco del hotel “debido a la polución, que es mala para la pequeña” (y ya de paso para tener ella menos trabajo, pensamos nosotros…) y nos subimos a la habitación con LY.
La mañana ha sido intensa, así que estamos los tres verdaderamente cansados. Le ponemos a LY el pijamita, jugamos un poco con ella mientras preparamos unos fideos de arroz para comer y al cabo de un rato nos echamos una siesta de casi cuatro horas. ¡Esta niña es una bendita para dormir!
Durante la siesta, notamos que LY respira con dificultad. La pobre ya venía algo acatarrada y parece que lo tiene bien cogido. Esperemos que no le vaya a más, pero por ahora toca prudencia, así que nos quedamos lo que queda de tarde en el hotel hablando con la familia y los amigos por internet y procurando recuperar fuerzas después de estos días tan agotadores.
vaya carreras,compañeros, os han hecho correr, LY está preciosa en la fotos. gracias por contarnos vuestra historia con todo detalle. un beso
ResponderEliminarAyssss, primero una larga espera, luego una carrera de fondo... ¿y ahora?
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