Levantarse siendo padre en el día del padre era una sensación desconocida para mí. El año pasado el mes de Marzo fue un mes muy triste, pues notaba aún más si cabe la ausencia de mi padre. El día del padre fue duro, al igual que su cumpleaños unos pocos días después. Siempre había sido para mí un día bonito que celebrábamos en familia y el año pasado había sido un día de bajón, donde la tristeza inundaba mi corazón aunque por fuera intentara mantener el tipo, por mi madre, por mi sobrina, por el resto de la familia. Hoy es totalmente distinto. Echo muchísimo de menos a mi padre, pero sé que esté donde esté, estará muy orgulloso de su nieta y creo que el mejor homenaje que puedo hacerle es estar feliz y comportarme como lo que soy, el padre de LY.
De Susana y mío es el deber de transmitirle a LY los valores y la forma de ver la vida que nuestros padres nos han dejado como legado, pero tan importante como esto es el permitirle a LY que conozca, a través de nosotros, cómo era su abuelo. Quiero que tenga en su memoria cosas que ni siquiera ha llegado a vivir, que tenga una imagen lo más clara posible de la forma de ser de su abuelo, de su alegría desbordante, de su vitalidad, de su entusiasmo y de su carácter. Así que hoy, 19 de Marzo, lo primero que hago al despertar junto a Susana y a nuestra hija es recordarme a mí mismo cuál es nuestro deber, soltar una breve lagrimilla y sonreír pensando en la cara de emoción que hubiese tenido mi padre si nos hubiera podido ver por internet como lo hizo mi madre el día de la asignación.
El día ha amanecido como todos los anteriores: gris y tristón. La ciudad sigue envuelta en un manto de niebla por culpa de la polución que evita que podamos ver el sol, así que casi parece que estemos en el norte de España en otoño. LY sigue con el catarro incipiente que la impide respirar y anda con subidas y bajadas de fiebre, siempre controladas y no preocupantes pero que no la dejan descansar bien y la hacen sudar a mares, así que no creemos conveniente que coja frío. Me temo que vamos a pasar nuestro primer día del padre en la habitación del hotel…
Tras desayunar en el buffet, nos volvemos a la habitación y jugamos un buen rato con LY. La niña, pese a estar con décimas de fiebre, está alegre y risueña. A cada carantoña, cosquillas o vuelo por los aires suelta una carcajada de felicidad que nos llena de emoción y nos hace sentirnos genial. El “baile” del que tanto nos han hablado en la formación adoptiva ha comenzado y nos encanta poder bailar con nuestra hija… Sabemos que para LY hoy por hoy somos aún dos personas más que están en su vida como han estado otras cuidadoras, personal del orfanato y tantas y tantas personas que la han tratado en su corta vida, pero también somos conscientes de que lo que necesita esta pequeña es cariño, juego, tranquilidad y seguridad. Y ese es nuestro propósito ahora mismo: satisfacer todas sus necesidades, todas las carencias afectivas que pueda tener y generar, poco a poco, un vínculo seguro y estable desde el que pueda construir una percepción de sí misma correcta, así que… ¡a jugar y a disfrutar juntos! Ya llegarán los momentos complicados más adelante, por lo que debemos disfrutar de esta “luna de miel” antes de que eso pase, jejeje…
A última hora de la tarde nos acercamos al Carrefour del primer día a comprar unas cosillas para la nena. Un consejo para otros papás que viajen a Jinan a adoptar a sus hij@s: no hace falta que vengáis cargados con potitos, pañales o cosas así. Todo se puede encontrar aquí sin ningún problema, y para muestra un botón:
¡Si es que os ibais a China! Os lo dije... maletas vacías para rellenarlas allí, jajaja. ¡Que eso no es el Maasai Mara! jajajaj. Como molaaaaaaaaaa
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