27 de noviembre de 2011

¿Por qué adoptar al más débil?

En las primeras ocasiones en las que hablábamos a nuestra familia de las características que podíamos asumir de nuestro hijo, salió el tema de que habíamos aceptado minusvalías físicas, leves. La cara de asombro de las personas que escuchan estas palabras no tiene desperdicio, y las palabras que nos dedicaron fueron muy variadas:

- ¡Qué habéis hecho!, ¡Os van a dar lo peor que tengan!- Ese fue nuestro médico de cabecera.
- ¡Cómo te admiro por adoptar un niño así!- "¿?" estas palabras tan estúpidas me las han dicho varias personas.
- ¡ummm... (silencio)! - otras más también.

Pero la que realmente me llego al alma fue la de mi madre. Siendo yo voluntaria en el albergue de animales y trayéndome a casa muchos "restitos de serie", como cariñosamente los llama mi esposo, mi madre me espetó en la cara. -¡Hija, que no es un gatito que se pueda devolver!.

Creo que han sido las palabras que más me han dolido.

Esta claro que todos queremos hijos sanos, guapos, inteligentes, educados, con valores, que pasen una adolescencia fácil, no consuman alcohol ni drogas y se rodeen de buenos amigos. Y si encima saca buenas notas, pues pa comérselo.

Pero lo que no puede comprender la gente, es que si mi hijo nació con una mancha roja en la cara, a mí no me importa. Que si tiene el paladar hendido y tiene problemas con la comida, lo superaré hasta que lo operen y vaya al logopeda. Que si necesita llevar prótesis en las piernas los primeros años de vida porque las tiene torcidas pero luego se van a recuperar, pues su padre le construirá una rampa para que suba las escaleras de casa mientras dure el tratamiento y pasaremos un tiempo incómodos. Que si tiene problemas de agudeza visual, adaptaremos toda la tecnología de la casa para que pueda ver mejor. Que si es sordo, le podremos pagar el famoso implante cocleal que hará que pueda oir hablar y comunicarse...

Que si tiene problemas para andar o para coger las cosas con las manos, haré todo lo que esté en mi mano para reforzarle su autoestima, y sobre todo, para que no vea las cosas que no puede hacer. ¿Qué pasa con todas las otras que SÍ puede hacer?.

Lo que no entienden amigos y familiares es que a mí no me importa no tener un hijo perfecto... aunque lo desee. Que va a ser igualmente querido por su padre y por mí. Que crecerá con los mismos valores que si fuera sano y también con muchos problemas, pero que le ayudaremos a superarlos. Y también tenemos muy claro que hay una graaaannnn lista de cosas que simplemente, no podemos asumir, aunque nos los ofrezcan recién nacido y con unas horas de vida.

Ahora que estamos en época de decisiones temporalmente suspendidas, ya hay gente que ha escuchado que nos vamos a China... también por necesidades especiales. Paso de escribir los comentarios que nos han dicho.

Muerta de miedo: sí. Más bien estoy absolutamente... aterrorizada. Pero ayer, hablando con unas amigas, pues resulta que los últimos embarazos en mi trabajo han salido los niños casi todos con "algún tocao". Y en adopción, todos esos niños serían de NE, y no precisamente psíquicas. Y las mamás están, (casi)todas muy orgullosas de sus hijos.

Que mi hijo no es un gatito que se pueda devolver, lo se desde antes de decidirnos a adoptar. Pero mi amado esposo y yo somos así.

Luna llegó a casa porque era la única de la jaula que estaba sola y triste.
Rayo llegó a casa porque... bueno, aún no está muy claro por qué vino a casa.
Mi amada Nela vino a casa para morirse en menos de dos semanas, y duró dos años. Y era fea, horrorosa (la llegaron a confundir con una rata), si se enfadaba te soltaba un zarpazo y nos arruinó a base de gambas congeladas cuando descubrimos que eso era lo único que sí se comía. Y cuando la veía jugar con el laser, perseguir una mosca o relamerse las uñas yo era realmente feliz.

No, mamá, no adoptamos un gatito. Queremos ser padres y no lo hemos conseguido de manera biológica, y simplemente hemos comenzado este largo camino. Y sabes que? no me importa que no sea perfecto siempre que podamos asumirlo.

Pero un secreto... la vida es menos dura y mucho más fácil cuando careces de empatía. Y Dani y yo, (des)afortunadamente, de empatía, sabemos un montón.