17 de enero de 2013

La cultura me persigue, pero yo corro más...



Llevamos varios días sin comentar nada en el blog. Nuestra niña sigue presente en nuestra mente a diario y con una fuerza arrolladora, pero en estos momentos tengo construida una coraza para protegerme por si pasa cualquier cosa. Ya nos pasó una vez, creernos padres y finalmente decir no a la preasignación. Número 1 (a partir de ahora número 0, porque nunca fue) nos dejó una gran cicatriz que tardó tiempo en cerrarse y ahora necesito ilusionarme pero no en exceso, por lo que pueda pasar.

Futura madre hipocondriaca, uno de mis mayores temores es que nos pase algo a alguno de los dos antes del viaje, así que le he prohibido terminantemente a Dani que se ponga malo, que se constipe, que cruce la calle sin mirar y que se estrese. Por supuesto, todo cosas imposibles. Para colmo de males, intento cuidarme yo con resultados catastróficos, hasta el punto de que estoy despistadísima conduciendo cuando voy con mi marido, y él, traumatizado por el accidente de agosto aunque no lo quiera reconocer, va dándome indicaciones veloces:

- rojo, rojo, rojo...
- gira, gira, gira...
- para, para, peatones, para...
- cuidado con el coche, el coche, cuidado, que se nos viene...
- frena frena, que el de adelante está frenando...
- ¿Pero no has visto a los que estaban en el paso de cebra...?

Empática que es una, como conozco la paranoia no reconocida que surge espontáneamente cuando tu coche es enculado por otro, no suelo prestarle atención, pero acaba poniéndome de los nervios... Lo malo, es que casi siempre tiene razón (he dicho "casi", que conste).

A lo que voy, mis paranoias y yo. A finales del año pasado, vamos, hace tres semanas, estaba yo contentita preparando las últimas navidades de ser familia de dos cuando una noche al acostarme, noté un bultito en la tetilla que no debería estar ahí. Automáticamente, todo un protocolo hipocondriaco se puso en marcha y acabé el año con la sensación de que la  zona estaba inflamada, caliente, y que eso no era normal. Además, San Google tuvo a bien de informarme de que poseo el record de posibles causas de que algún día me toque la lotería, no la de Fabra precisamente. Antecedentes, edad, no tener hijos, mamas voluminosas (esta parte mola), obesidad (esta ya no mola) y otro largo etc. del que poseo el dudoso honor de compartir al 100%.

Rauda y veloz, fue terminar las vacaciones y coger cita con el ginecólogo, que me mandó el pack: mamografía y ecografía para asegurarnos, no si antes hacerme un sobeteo de mamas y chochín. Estas dos semanas que he tardado en hacérmelas me he despertado con los dientes apretados y dolor de muelas, he tenido el sistema nervioso tocado, me he dormido sobre las dos o tres de la mañana cada día y otras cosas más. De hecho creo que he conducido tan mal estos días porque tenía la mente en otra cosa. Sólo pensaba: ¡oh, por favor, Dios mío, ahora no, ahora que tengo asignada a mi hija ahora no, por favor, ahora no...!

Han sido días de dudas y de si se confirmaba algo no bueno, qué debía hacer, si seguiría adelante con la adopción o no. Mi paciente esposo, nuevamente, lo ha visto desde los ojos de un hombre: tu te esperas a las pruebas y luego hablamos! Ay, pero yo soy mujer, yo pienso hasta cuando f... plancho!

Ayer tenía las dos pruebas. Hechas las mamografías y a la espera de la eco, me encuentro con una pareja enfrente mía con la que comienzo una pequeña conversación de sala de espera. La eco se hace esperar más de una hora así que al final me quedé hablando con la mujer de muuuchos y diversos temas mientras el marido jugaba con el ipad (he de decir que todos en la sala jugaban, leían, escribían... con su tablet, su ipad, pero todos con el movil apagado, como decía el cartelito). Me llegó el turno de la eco, y después de otro sobetéo con el aparatito, el médico me dijo el nombre científico del bultito que afortunadamente es benigno, y me informó de 4 compañeros del mismo que están haciéndole compañía en ambas tetillas y de las no debo preocuparme en absoluto pues son normales (aunque prematuras a mi edad). Ale. revisión cada dos años.

Yujuuuuu!!!

Ya de vuelta en la sala de espera, espero el sobrecito y el CD con los resultados. La sanidad privada es lo que tiene. Sigo conversando con la pareja y expreso mi alivio, y confieso lo nerviosa que había estado por los resultados. No por saber el resultado, sino por las implicaciones que hubiera podido tener en mi adopción. Ahí comenzamos con las consabidas preguntas de dónde adoptas, cuántos años tiene, es niño o niña... hasta que ella, en un ataque de poca sutileza, me suelta esta lindez:

- Ah! China! Sí! Mis amigos el año pasado también adoptaron allí, pero el niño estaba defectuoso.
- ...¿Cómo?...
- Sí, que se lo dieron defectuoso, con el labio partido. ¡Qué pena!.
- Estoooo... -mis neuronas se bloquearon totalmente y los ojos se me salieron de las órbitas- no es defectuoso, se llama necesidades especiales.
- Pues eso, defectuoso.




Inspiré profundamente, y empecé a explicarle que lo que para ella es un defecto, para otros padres es una fuente de amor y una forma como otra cualquiera de construir nuestra familia. Les conté que mi hija... sí, he dicho bien, bajé la coraza que me protegía, he dicho:

¡...MI HIJA...! 

... es también "defectuosa", que me daba igual que tuviera una oreja, dos o tres. Que és una necesidad especial y eso lo llamamos PASAJE VERDE y que es la niña más bonita y guapa que he visto en mi vida. 

LEÑE

Así que salí de allí alucinando, dejando que la coraza se caiga de una vez por todas para gritar a los cuatro vientos de que soy mamá de una niña de pasaje verde y que no es defectuosa, es... PRECIOSA!!!

De camino a casa, conduje como nunca y muy tranquila. Que te toquen la moral es lo que tiene.

Hoy, en clase de inglés, nos han pedido que contáramos por parejas un suceso vital en nuestras vidas. Con toda mi energía renovada, a mi pareja le ha tocado tragarse toda la historia de nuestra adopción y al terminar, me ha pedido el ipad, y me ha apuntado su email. Yo ya pensaba que había ligado cuando muy seriamente me ha dicho que sus amigos, doctores los dos, adoptaron el año pasado una niña con la misma necesidad que la mía, y que me pondría en contacto con ellos para que me contaran todo el proceso médico ¿Las casualidades existen? ¿Qué probabilidad había de que le contará algo tan privado a un desconocido y de que éste conociera a dos doctores cuya hija padece la misma patología? No lo sé, pero ahora sí que me reafirmo. 

LY, no pienso dejarte escapar. Pase lo que pase, aparezca lo que aparezca cuando lleguemos a España, lucharemos a diario para que te conviertas en una niña feliz, alegre, juguetona y saludable que no tenga mayores complejos que el tener unos padres hipocondriacos y una prima "cansina".