8 de agosto de 2013

Que aburrida era la vida sin LY...

Nuestro pequeño trocito de jade continúa creciendo. Está cambiando por momentos. Su cara es más redonda, la nariz es más grande, el perímetro craneal ha aumentado más de un centímetro y curiosamente ya no tiene la cabeza plana, ha engordado cerca de dos kilos, crecido 6 centímetros y aumentado dos tallas de pie... En tan sólo cuatro meses. Una auténtica proeza. A veces me la quedo mirando sin reconocer a la criatura que recogimos en China, pero le miro la oreja y digo: sí, es ella, jeje.

Le encantan las verduras y sobre todo la comida del chino. Ya no toma biberón por la mañana pues desayuna en un cuenco con cereales. Le encanta el ketchup. Ya no duerme la siesta de por la mañana pero en cambio, duerme por la tarde una siesta de casi tres horas. Eso sí, dormirse por la noche nos lleva cerca de una hora, pues no parece tener sueño. Se duerme muy tarde aunque espero que eso cambie a partir de septiembre. Sabe ponerse sola los zapatos, come sola (aunque a veces pide que se lo demos), y sigue siendo igual de bicho que al principio. ¡O más!.

Lo pilla todo ala primera. Sólo necesita verlo una sola vez y ya lo imita todo. Sabe quitar el cerrojo de la puerta de la escalera (ahhhhh!!!) descuelga el teléfono, le encantan los libros, disfruta con la piscina aunque se pegue un resbalón y trague agua, juega con los gatos y les da de comer por la mañana, ayuda a poner la lavadora, se sube sola a las sillas y al sofá (otro ahhhhhhh!!!) y ya se comunica con nosotros en lengua de signos de manera asombrosa.

Ha aprendido a dar saltos en el aire con las dos piernas y ha bajado el número de coscorrones diarios de unos 15 a 3 o 4 al día. Eso sí, coscorrones estos últimos bestiales. Ha perdido otra uña con otra puerta y ha aprendido a ponerse ella sola una tirita. Pero, porque siempre hay un pero, tenemos problemas con las pesadillas.

Fue al poquito de llegar a España cuando comenzaron las pesadillas. Lloros y sollozos que le salían de dentro y que no hayaban consuelo más que nuestras caricias y tiernas palabras. Y aunque el número de pesadillas ha bajado considerablemente, no hay noche en que no tenga una o dos de esas. Ahora mismo, antes de ponerme a escribir, he notado movimiento, la he iluminado tenuemente y he visto como ponía un gesto de dolor en la cara, abría la boca y dejaba salir un hondo quejido. La cabeza sudada y el cuerpo inquieto.

Seguimos con el colecho y nos alegramos enormemente, pues en estos momentos puedo tocarla, acariciarla y calmarla. No llega a despertarse de sus pesadillas pero se calma en pocos segundos... Hasta que la pesadilla retorna. ¿Con qué sueña mi niña? ¿Qué le produce tanto sufrimiento? Ojalá tuviera una varita para ver sus sueños y poder ayudar en la raíz del problema.

Por el momento, los momentos previos a intentar dormirla son felices. Los tres en la cama le hacemos cosquillas, nos cubrimos de besos. Ella nos quita las gafas (que rabia le dan) y jugamos a hacerle cosquillas. LY juega a tirarse para atrás, con los coscorrones correspondientes con el cabezal de la cama. Le ponemos el pijama, le cambiamos el pañal ( el orinal vuelve a ser una fuente de disgusto así que ni se lo enseño) y dulcemente le cantamos un canción. A veces incluso, hasta funciona...

2 comentarios:

  1. claro que era aburrida jajaja os lo decía y no me creíais. LY es maravillosa,ha conseguido haceros muy felices y a ella se la ve cada día más feliz. Hay que disfrutar cada minuto porque ese minuto ya no vuelve. Fuerte abrazo familia.

    ResponderEliminar
  2. Que gran verdad... Cada instante cada coscorron cada mimo incluso cada pesadilla terrible es unico. VIVID
    Besos grandes no grandisimos

    ResponderEliminar