6 de abril de 2013

Día 14. 27 de Marzo. Regresamos a casa.

A las ocho de la tarde del día 26 nos está esperando nuestra guía en el hotel. El "chico de las maletas" baja todos los bultos mientras nosotros saldamos la cuenta del hotel (nos hemos llevado un mapa de Beijing de recuerdo que vale 10 yuanes). Nos subimos por última vez a un coche que nos llevará hasta el aeropuerto donde cogeremos el vuelo de vuelta a casa. La guía nos acompañará hasta la puerta de embarque y hará de intérprete por el camino en caso de ser necesario. Hoy está amable y casi cariñosa con nosotros. En fin, un poco tarde, pero más vale tarde que nunca...

En el aeropuerto lo primero que hacemos es envolver las maletas en celofán. No es una medida especialmente segura, pero nos entregan por cada maleta un justificante de haberlas envuelto, por lo que si al llegar a España alguna de ellas está abierta, podremos indicárselo a la Policía y acreditar que en Beijing las envolvimos por precaución, así evitamos líos. Nos ponemos a la cola junto a otras personas que están esperando para lo mismo y mientras tanto observamos el proceso. Hay tres personas trabajando allí: una señorita que va cobrando a la gente mientras dos chicos se encargan de despachar las maletas. Uno las va colocando en una peana y guiando el celofán que dispensa una máquina con gran destreza mientras que el otro coloca cintas de embalar alrededor de las maletas ya precintadas ayudándose de otra máquina. Ambos chicos están muy fuertes, pues manejan los diferentes bultos (de gran peso todos ellos) con una soltura que llama la atención poderosamente...

Mientras esperamos, sucede una escena curiosa: alguien ha traído una bicicleta para embalar. ¿Cómo se embala algo tan irregular? En España habría sido un "sentimos no poder ayudarle", pero esto es China. Aquí todo es posible. Jugándose el tipo, los dos chicos insertan como pueden la bicicleta en la plataforma de embalado y van guiando el celofán en una maniobra no exenta de riesgo. Ver la bici dando vueltas en la plataforma y a uno de los chicos esquivándola como puede mientras hace equilibrios en un borde de metal junto a la máquina es todo un espectáculo. El resultado final es que la bici queda envuelta en precinto como cualquier otro bulto, aunque con una de las ruedas rotas (es de plástico y no ha soportado la tensión del celofán...). Bueno, al menos se la puede llevar...

De ahí nos dirigimos al mostrador de facturación. En él nos está esperando nuestra querida amiga S. con su hija. Tiene cara de seguir mala y está a punto de echarse a llorar. Nos va contando todas las peripecias de esta semana y media. Las ha pasado canutas y estando sola, lo que es aún peor. Intentamos calmarla explicándola que ya estamos juntos y ya ha pasado todo, que ahora se puede apoyar en nosotros y que vamos a ayudarla en todo lo que necesite hasta que esté con su familia de vuelta. Está demacrada, ha adelgazado varios kilos y parece al límite de sus fuerzas... Su hija es un bombón, pero también ha estado malita y además sólo quiere estar en brazos de su madre, sin entender que ella ya no puede ni con su alma... Pobrecita. Hasta ha contratado los servicios de un chico del aeropuerto para que la ayude con las maletas y no tener que hacer colas ni esperar en los controles, de lo cansada que se encuentra. Ánimo, ya queda menos...

Facturamos las maletas sin problemas pese a estar todas ellas pasadas de peso y nos dan nuestras tarjetas de embarque. Ya nos sentimos más cerquita de casa, aunque tenemos dudas sobre cómo van a ser las siguientes doce horas y media que dura el vuelo... ¿LY estará preparada para un vuelo así? ¿Cómo lo llevará? ¿Y nosotros?

Seguimos andando hasta llegar al punto en el que nos separamos definitivamente de nuestra guía. La damos las gracias, el sobre con la propina "voluntaria" que la ECAI nos indicaba en sus instrucciones y nos despedimos de ella para, posiblemente, no volver a verla nunca. A partir de aquí estamos solos. Bueno, solos pero con nuestra amiga S. y su simpático ayudante, que al final acaba ayudándonos a todos. Por el camino (él nos va guiando por el aeropuerto) charlo un poco con él. Entiende bastante bien el inglés y podemos comunicarnos de forma razonable. Acabo dándole unos yuanes de propina adicionales a lo que S. le paga por sus servicios, pues ha resultado de gran ayuda y nos ha permitido acceder por la puerta "VIP" sin hacer colas... ¡Hasta hemos pasado por una puerta que ponía "acceso para diplomáticos"! Jo, qué gusto dan estas cosas cuando ya estás con ganas de llegar...

Esperamos al fin en la puerta de embarque, con los nervios a flor de piel. S. nos cuenta cómo ha sido su odisea y la verdad es que es espeluznante. Esta mujer se ha ganado a pulso el título de madre tras aguantar carros y carretas durante una semana y media, luchando contra la fiebre, el agotamiento y tener que lidiar con una peque bastante más movida que LY...

Nos llaman a embarcar. El avión está a pie de pista, por lo que nos llevarán en autobús. Por el camino, S. se marea y nos dice que la ayudemos, que está muy mareada y teme caerse... ¡Vaya panorama! Tenemos serias dudas de cómo va a aguantar el vuelo esta mujer que está verdaderamente al borde de sus fuerzas...

Al llegar al avión, Susana se queda con LY abajo mientras ayudo a S. a subir (que sigue mareada y hay que acceder al avión por la escalerilla). Cuando la dejo con las azafatas vuelvo a por Susana que ya está subiendo las escaleras. Estamos al fin en el avión, que por cierto parece más pequeño que el de la ida... ¿será posible?



Cuando entramos al avión, nuestras sospechas se confirman: tanto el de la ida como el de regreso son Airbus A330, pero el de ida era de la serie 300 y el de vuelta es más antiguo, de la serie 200. ¿Diferencias? En el de ida nos sobraban unos centímetros a ambos lados del asiento que nos permitían cambiar de postura y la cuna de viaje soportaba 10 kg (suficientes para LY, que pesa 9.6 kg), mientras que en este nos quedamos encajados en el asiento (rozamos por ambos lados al sentarnos) y la cuna no soporta más de 9 kg, por lo que nos tocará llevar a LY en brazos todo el vuelo. Uff... esto promete.

El despegue se realiza de forma suave y progresiva. No sabemos si por la serie de avión o por qué pero el ascenso lo está realizando de una forma mucho más gradual que en España, por lo que la cabeza no se resiente tanto y la presión en la cabina se va adaptando de forma suave. ¡Ya estamos volando! Volvemos a casa... LY ha llevado muy bien el despegue, gracias al Chupachups que le ha dado su madre (a mí me ha dado otro, jejeje...). De momento todo va bien. Me acerco a ver a S. tan pronto estamos volando para ver cómo lo lleva. Ella tiene el mismo problema que nosotros con la cuna, pero encima se ha sentado al lado suyo un chino bastante guarrete que la está incomodando mucho. Además, S. no habla inglés y las azafatas no la entienden. Me ofrezco de traductor, conseguimos explicarle a las azafatas todo lo que necesitaba que supieran y le explico a S. que ya no está sola, que estamos para ayudar en lo que necesite, que no debe preocuparse... Lo ha hecho muy bien y ha sido muy valiente. Lo peor ya ha pasado. De repente, rompe a llorar. Toda la tensión acumulada de estos días tiene que salir por algún lado y explota en el momento en que se siente segura por primera vez, cuando ve que por fin ha logrado subir al avión que la lleva de vuelta a España y con gente cerca que la va a ayudar... Pobre mujer. Me parte el alma verla así. La abrazo para consolarla un poco y cuando finalmente se recompone, la indico dónde estamos sentados para que pueda buscarnos si necesita algo...

Vuelvo a mi asiento y la verdad es que tanto Susana como yo nos encontramos bastante cansados, así que lo mejor será que intentemos dormir. ¡Ja!, me digo para mis adentros... Dormir en un avión. Lo que me faltaba por imaginar... Pues sí. El cansancio también ha hecho mella en nosotros y acabo durmiendo casi cinco horas del tirón con LY en mis brazos. Nos dormimos juntos justo después de tomar algo de cena (arroz con no-se-qué y una salsa rara que estaba bastante decente) y cuando nos despertamos ya ha pasado casi la mitad del viaje. ¡Si ni siquiera me he enterado de las turbulencias que hemos tenido! Susana decía que el avión se movía como si fuera el tren... Pues mira, genial, mejor así.

El resto del vuelo transcurre con normalidad, aunque se hace realmente eterno. Doce horas y media de viaje es demasiado incluso para gente que no le da miedo el avión... Por en medio, hablamos un par de veces con S. (que ha cambiado de asientos a la parte trasera del avión porque no soportaba al chino de su fila, su hija no dejaba de llorar y comenzaba a incomodar a la gente de alrededor y además en la parte trasera puede tenerla tumbada usando dos asientos...) y con O., un chico que conocimos en la cola de embarque que también es de Alicante. Es un joven emprendedor que tiene varias empresas de importación y exportación con China: exporta vino de Rioja e importa móviles y fuegos artificiales... Un chico muy majete con el que compartimos algunos de los detalles que más nos han llamado la atención de nuestra experiencia asiática y que nos cuenta también las cosas que le sorprenden aún a él.

Llegamos por fin al momento de aterrizar en Barajas. Como ya preveíamos, el aterrizaje una vez más es muy suave. Ya estamos en territorio español. ¡¡YUJUUUU!! Lo hemos logrado.

El avión rueda durante veinte minutos por la pista hasta llegar a la zona donde debemos desembarcar. ¡Casi llegamos a creer que el piloto se había perdido en el aeropuerto! Descendemos de la máquina voladora infernal en la que hemos estado más de doce horas con ganas de estirar las piernas y, sobre todo, con ganas de regresar a nuestra querida Alicante y ver a la familia y los amigos. Ayudamos a S. con la nena y el carro mientras nos dirigimos a la cinta donde debemos recoger las maletas, que tardan en salir casi una hora. S. se encuentra algo mejor, aunque la nena no ha dejado de llorar durante prácticamente todo el vuelo y ha crispado algo los nervios de su madre. Normal. Al fin salen nuestras maletas de la cinta y nos dirigimos a la salida. Allí, S. se encuentra con su familia que la está esperando. Nos despedimos entre lágrimas (una vez más se ha venido abajo al sentirse a salvo con su gente) y con la promesa de reencontrarnos en breve. Vive relativamente cerca, así que esperamos que podamos juntarnos de cuando en cuando...

Cogemos un taxi para ir a la estación de tren. Aunque tenemos el tren de vuelta a las 9:20, vamos a ver si tenemos suerte y podemos coger el anterior para llegar a casa pronto. El taxista conduce a una velocidad casi temeraria (140 km/h en zona de 80...) sin haberle dicho nada nosotros, pero no rechistamos: nos viene bien para intentar cambiar el tren... Cuando al fin llegamos a Atocha, el taxista nos cuenta una milonga de tasas de eurotaxi, bultos, equipaje y no-se-qué para acabar cobrándonos 50 euros por la carrera en lugar de los 30 que marcaba el taxímetro. Ya nos han pegado el primer clavo, síntoma inequívoco de que hemos llegado a España... Susana comienza a reprochárselo, pues a ella le dijeron hace unas semanas que más de 30 euros sería un robo y así se lo hace saber al taxista, pero ni tenemos tiempo ni ganas de discutir, así que le soltamos los euros y le despedimos con un "que tenga Ud. un buen día" que esperamos suene a otra cosa mientras nos dirigimos a la zona de cambio de billetes.

En la ventanilla de "Salida inmediata" me cambian los billetes. El chico me indica que aunque vamos algo justos de tiempo no vamos a tener problema en coger el tren y que además tenemos suerte: el resto de trenes con dirección a Alicante para hoy van llenos. No hay billetes. ¡Claro! ¡Si mañana es Jueves Santo!

Pago con la tarjeta el importe del cambio de billetes y corro con Susana hacia el control de acceso. La guardia de seguridad nos detiene y nos indica que sólo tenemos un billete. ¿¿¿COMOOOOO??? Pues sí. El chico de la ventanilla se ha equivocado y sólo ha cambiado un billete. Salgo disparado corriendo a lo Carl Lewis mientras pienso que como perdamos este tren y haya vendido los billetes del de las 9:20 nos quedamos en Madrid y pueden rodar cabezas. Llego a la ventanilla, se lo explico, me ofrece mil excusas mientras me hace el cambio, pago y salgo de nuevo corriendo sin mirar siquiera el vagón asignado o si viajamos juntos o no. Pasamos el control deprisa y corriendo y accedemos al fin al andén.

El tren está a punto de salir, así que aunque no hemos llegado a nuestro vagón (que por cierto nos ha puesto separados... vagones uno y tres...), nos subimos por miedo a que el tren se nos escape. Es subir y cerrarse las puertas. ¡Menos mal!

Arrastramos las maletas, el carro y a LY hasta el vagón restaurante donde tomamos algo de aliento... Estoy sin resuello y seguramente con un subidón de tensión tremendo, por culpa del estrés que nos ha generado el inútil de la ventanilla de venta de billetes. Spain is different. Realmente añoro la eficiencia china para estas cosas...

Cuando pasa el revisor le explicamos lo ocurrido y si sería posible viajar juntos. Comienza poniendo una cara de fastidio, pero cuando le contamos toda la peripecia se apiada de nosotros y nos proporciona asientos contiguos en el siguiente vagón. Y encima, mientras esperamos, aparece O. sonriente... ¡Viajamos en el mismo tren! ¡Qué alegría! Se ofrece a ayudarnos a llevar las maletas hasta nuestro vagón mientras le contamos toda la historia. Él casi pierde el tren pese a haber salido bastante antes que nosotros del aeropuerto, así que no se explica cómo hemos conseguido cogerlo. En cualquier caso, charlamos un rato con él y quedamos para hablar un ratillo después, cuando nos hayamos serenado de la subida de adrenalina...

El viaje en tren es fantástico y se nos hace hasta corto. ¡Normal, después de doce horas y media de vuelo! LY lo lleva estupendamente y está con cara curiosidad, esperando la llegada a casa:


Durante el trayecto charlamos con O. y nos intercambiamos las direcciones de correo electrónico. Me da una tarjeta de visita suya, de otra empresa que tiene creada en Alicante (¡y ya son cinco! Desde luego este chico no pierde el tiempo...) y nos despedimos esperando volver a vernos en el futuro.

Hablamos con la familia, mandamos whatsapps a los amigos... ¡estamos llegando! Tenemos preparada la bandera de China que le regalaron a LY en Tian'anmen para que se la reconozca al bajar del tren. ¡Cuántas emociones acumuladas! Las ganas por reencontrarnos con familia y amigos son enormes...

El tren llega finalmente a Alicante y podemos ver por las ventanillas a las abuelas buscándonos desesperadamente. Intentamos hacer que nos vean, pero los cristales deben ser ahumados y no se ve nada desde el exterior, así que pasamos de las maletas, de las bolsas y del carrito y decidimos que este es el momento de la familia. Nos vamos los tres a la puerta del tren y... allí están. Lo primero que vemos aparte de las abuelas es a parte de nuestra familia del corazón que ha venido con una pancarta enorme a recibirnos:

 
Las abuelas se vuelven locas con la nena: no pueden dejar de llorar y de comérsela a besos:





 
Han venido a recibirnos todos los que han podido (pensando encima que es un día laborable a media mañana...). ¡Si ha habido gente que incluso se ha "escapado" del trabajo en el rato del almuerzo o dejando reuniones a medias! Gracias, gracias a todos por este maravilloso recibimiento:





Nuestras caras son ya de felicidad plena, de tranquilidad, de relax. Atrás han quedado las tensiones, la espera, las dudas, la incertidumbre. Hemos llegado a casa con nuestra peque, que además es un bombón y se lanza a los brazos de todo el mundo, haciendo las delicias de nuestra familia y amigos. Intentamos estar con todos a la vez y es imposible, pero les emplazamos a todos para irnos viendo durante los próximos días. Ahora necesitamos descansar y adaptarnos al nuevo ritmo, que hemos atravesado siete husos horarios y esto nos va a pasar factura a todos, pero en especial a la peque.


 
Nuestro viaje concluye aquí, pero no la aventura de ser padres, que no ha hecho más que comenzar. Este diario de viaje da paso a nuevas entradas con nuestro nuevo día a día, nuestras experiencias tras la adopción. No queremos quedarnos solo en el preadoptivo, en la espera o en el viaje. Sabemos que hay muchas familias al otro lado que quieren saber qué ocurre después, qué pasa cuando ya está la peque en casa, qué ocurre en nuestras vidas y qué se siente. Intentaremos dar respuesta a todas esas cuestiones en próximas entradas. Tenemos una deuda pendiente con todos los que nos habéis estado apoyando durante este proceso y no podemos fallaros ahora, así que con la frecuencia que LY nos permita iremos contándoos las cosas que nos vengan a la cabeza sobre o que viene después, lo prometemos. Solo nos queda ya agradeceros de corazón a todos vuestro apoyo. A los que estuvisteis despidiéndonos el día que partimos hacia Madrid, a los que nos recibisteis el día de vuelta, a los que no pudisteis venir ninguno de los dos días porque trabajabais pero estabais con nosotros de corazón y a los que nos leéis y nos habéis dejado comentarios de apoyo de cuando en cuando. A todos vosotros, nuestra familia -tanto biológica como del corazón- MIL GRACIAS. Os queremos muchísimo y sin vuestro apoyo el proceso hubiera sido aún más duro de lo que ya lo ha sido. Nunca podremos devolveros todo lo que nos habéis ofrecido con el mayor cariño del mundo. Sois fantásticos. Gracias por hacer que LY esté hoy durmiendo en casa a nuestro lado con su cara dulce y tierna. Gracias por hacer nuestro sueño realidad y acompañarnos durante el mismo. Gracias. La cuna ya no está vacía. Somos, al fin, padres.

6 comentarios:

  1. he llorado al ver el cartel que maravilloso recibimiento, los felicito y le envió las mejor de las vibras para todo lo que se viene. muchos cariños desde Chile

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  2. La cuna ya no está vacía. Desperté ese día que llegabais nerviosa. La noche anterior nos acostamos tarde terminando de preparar la pancarta y sujetarla de modo que el viento no la hiciera volar. En el trabajo, hasta vuestra hora de llegada, no daba pie con bola... ¿llegarán? ¿Estarán bien? ¿Habrán cogido el tren? Finalmente confirmamos que llegabais, POR FIN, a casa. Es duro el viaje pero también es duro para los que os esperamos desde aquí que vivimos días de incertidumbre pensando continuamente en cómo estaréis.
    Ha sido una AVENTURA emocionante, no sólo el viaje, sino también el ANTES. Por fin JUNTOS y POR FIN en casa.
    Ahora es cuando realmente empieza la aventura... la aventura de ser padres con LY en casa. Os echamos de menos. Besotes

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  3. Joee q bonito recibimiento!!! chulisimas las entradas, aunque reconozco que os han pasado mil y una peripecias.....inolvidable experiencia sin duda.

    Ya estoy deseando saber como va vuestra nueva vida, ahora siendo 3!!

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  4. Hola, yo no suelo escribir en vuestro blog, pero estos dias de atras os he ido siguiendo.

    Gracias de corazón por contarnos todo!
    Aunque mi niñ@ no vendrá de internacional me encanta leer blogs como el vuestro.

    Un besico
    Alicia

    (nuestranuevaaventuraparaserpapas.blogspot.com)

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  5. yo creo que todo esto da para escribir un libro.... no es broma. No puedo evitar al leeros sentir el mismo cosquilleo que sentí cuando me tocó a mí. convertirse en padres es la experiencia más maravillosa del mundo. un abrazo.

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  6. He leído todo vuestro periplo pero no podía poner comentarios. Me he emocionado, he reido... solo quiero desearos todo lo mejor a los tres!!!!
    Toda la suerte y la felicidad.
    Abrazos

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