7 de octubre de 2013

Somos ositos...

En un ataque de responsabilidad paternal, decidimos hace unas semanas acudir a la psicóloga de adopción, IM, a la que nos hemos propuesto consultar cada seis meses más o menos. Sí, somos así. Nos ayudó mucho justo antes del viaje y siempre hemos pensado que era básico que alguien con experiencia en el mundo adoptivo nos fuera guiando en los inevitables errores que todos cometemos al ser padres primerizos.

LY está hecha un primor, pero ha pasado unas semanas muyyyyyy rebelde. Hubo una semana horrorosa en la que había más normas que cariño. Nuestra niña ya empieza a adoptarnos como padres y, por supuesto, empieza a retarnos para saber dónde están los límites.

Comienzas con una taza de leche. Juego con ella, desayunamos juntas, le doy los cereales, los pone en el cuenco. Coge la cuchara, me mira, pone cara de bicho y sin nada que avise, lanza la mano al cuenco. Se desparrama la leche, los cereales salen proyectados por las paredes y tengo colacao hasta en las cejas. LY se ríe, y yo la reprendo. Empiezo suave (ese es el error) y vuelve a hacerlo, sigue salpicando, lanzando el bol por los aires. Mi cara cambia, ahora la reprendo más fuerte. Le da igual.

En la semana siguiente, TODO, y digo TODO, se convierte en una lucha. El mando de la tele que lo lanza al suelo, traga agua y se lo tira encima mientras nos mira. Escupe la comida, nos contesta, no deja que la cojamos... hace todo lo contrario a lo que le decimos. Una de sus nuevas aficiones es ir a la caja de los juguetes, coger una caja al azar y desparramarlo todo por el salón. Luego se nega a recogerlo y monta un drama y una rabieta tremenda. Dios mío, ¿qué hemos hecho?

Luego vienen los lloros, los dramas a la hora de irse a dormir. Retrocesos en el uso del orinal y miradas cargadas de incomprensión. Además, los dos estamos más cansados y los nervios provocan que finalmente, le hablemos en el peor tono posible a nuestra peque. ¿Qué estamos haciendo?

Raudos vamos a la consulta. Dani llega primero y yo unos minutos después, con LY en el carro. LY entra triunfal en la consulta. Refugia su rostro unos momentos en el lateral del carro y poco a poco empieza a ganarse a IM. Nuestra niña tiene don de gentes. En un par de minutos, ya hay tres diagnósticos evidentes:

1. La vinculación está muy bien trabajada. Ella se siente segura a nuestro lado y nosotros la queremos como nunca hemos querido a nadie (este amor es realmente fuerte, si señor...).
2. La niña tiene carácter. Mucho carácter. Mucho. Mucho...
3. Somos ositos de peluche. Aunque tenemos claras las normas, no las empleamos ni en el momento ni con el tono apropiado.

Y es que, nos preguntamos...

¿Dónde se encuentra la frontera entre construir una buena vinculación y poner una normas muy serias?

Con todo el esfuerzo empleado... ¿lo tiraremos todo por la borda si de repente nos ponemos a reñir a LY?

¿Dejará de querernos o sentirá que este amor no es incondicional? Como evitar que crea algo así?

Las respuestas son obvias, pero necesitamos escucharlas de manos de un experto. IM nos da unos básicos consejos:
- Hacer que nos mire a la cara cuando hablamos con ella.
- No elevar el tono, jamás, pero ser muy firmes con la voz y con el rostro. Que vea que lo que está haciendo no es bien recibido.
- Procurar evitar las situaciones explosivas. Prevenir es mejor que reñir. Adelantarse a la jugada si es posible.
- Cambiar de objetivo si lo que tiene en manos LY puede causar un problema.
- Repetir las cosas tantas veces como sea necesario...

Y tranquilidad... esta etapa es típica de los 2 años y durará muchos meses.

Lo hemos puesto en práctica, y entre eso, y que ya ha comenzado a coger las rutinas de que mamá y papá trabajan pero tiene unas maravillosas abuelas a las que manipular a su antojo, pues parece que la cosa funciona. Llevamos dos semanas más tranquilos y esta semana no la hemos tenido que reñir ni una sola vez. Hemos prevenido mucho, hemos salido al aire libre lo que hemos podido, y ella se encuentra a gusto sabiendo lo que sí y no puede hacer.

Nosotros, simplemente, agotados... 

Otro día hablaré del colecho y del primer rechazo al ir a matricular a una niña que tiene un cierto grado de discapacidad...

1 comentario:

  1. queridos amigos y compañeros, vuestra peque es maravillosa, pero ser padres es agotador, os recuerdo mi entrada del blog cuando A. llevaba en casa también siete meses, somos humanos y un cambio de vida así pasa factura. creo que habéis hecho muy bien pidiendo consejo a IM, cuando se tienen dudas lo mejor es acudir a profesionales con experiencia.

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