28 de enero de 2014

Aprendiendo a dormir

1 hora y 40 minutos es el máximo de tiempo que nos ha costado conseguir que durmieras, aunque tu cara se contraía con profundos bostezos y tus ojos estaban llorosos de sueño. Siempre te ha costado dormir. Siempre... desde que llegamos.

Ni siquiera el colecho ha evitado o permitido que tuvieras la suficiente tranquilidad para intentar conciliar el sueño. Y lo hemos probado todo:
- Las rutinas para ir a la cama...
- Bajar el ritmo 1 hora antes de ir a la cama...
- Un bañito caliente... hasta que descubrimos que te activaba.
- Un biberón de última hora, calentito...
- Leer cuentos en la cama, abrazaditos, tapaditos con la manta...

Y mil cosas más, pero nunca funcionaba. Raro era el día que conseguíamos que te durmieras antes de las 11 y media de la noche. Un desastre para todos, pero sobre todo para tí, pues al día siguente, mi vida, estás destrozada y muerta de sueño.

Hemos probado a ver la tele un rato antes, a poner baby einstein por la noche en el Ipad y ver dos capítulos para cansar la vista. Hemos probado a activarte haciéndote cosquillas a ver si así acababas agotada. A cerrar puertas/ventanas/persianas para que no entrara nada de luz que te desvelara... pero nada.

Y desde hace tres días, benditos tres días, sólo has tardado 25 minutos en dormirte. Hoy, 22 minutos. Desde hace tres días te hemos quitado la tele, el Ipad y otros estímulos. Hoy te hemos dado una duchita antes de ir a la cama y no te ha desvelado. Desde hace tres noches, tú has impuesto otra rutina:
- Nos pides ir a la cama, y no al revés.
- Nos pides lavarte los dientes.
- Ayudas a ponerte el pijama? No, en eso sigues siendo una gamberra. Pero forma parte de la nueva rutina.
- Luego sacas 3, 4, 5 o más cuentos y nos obligas a leértelos mientras tú señalas con los dedos las letras aún sin saber que dicen.
- Bajas la persiana (es eléctrica)
- Nos quitas las gafas y las dejas en la mesita de noche
- Pides beber agua.
- Apagas la luz, y no nos dejas apagarla a nosotros.
- Te acurrucas entre nosotros y... ¡empiezas a hablar!. No te pillamos casi nada de lo que dices, pero tú no paras, y con tu lenguaje chino-español, nos vas contando el día, con quién has estado, has comido, has visto... incluso nos haces imitaciones. Papi y yo contestamos con un ¡vale! ¿Ah, sí? ¡Claro mi vida! ¡Vaya! ¡Mañana...! mientras te damos masajes en la espalda para relajarte.

Chapurreas unos 5/10 minutos mientras nos morimos de risa con tu alegre monólogo en tu idioma, y de repente te callas. Tu respiración se hace más fuerte, más rítmica. Empiezas a tocarte el cuello, ese gesto tan tuyo que haces cuando tienes sueño. Abres la boquita en un bostezo, nos tocas la cara. La respiración se hace más acompasada. E incluso a veces, ya pides irte a tu camita, y duermes del lado izquierdo.

La respirtación fuerte se para y de repente, todo es silencio. Te ilumino con el Ipad porque tanto silencio me asusta, y veo como tu pecho se mueve acompasado de tu dulce respiración.

De noche, a veces todavía haces un lamento, como cuando tenías pesadillas, pero alargo la mano y te toco, y vuelves a dormirte de un tirón toda la noche.

Cada hora me desvelo y compruebo con la luz del Ipad que estás tapada (y que respiras). Te tapo. Meto las sábanas debajo del colchón para evitar que te desabrigues, y acabo haciendo lo mismo varias veces en la noche. A veces incluso, no te has destapado. Simplemente apareces encima del nórdico en una posición extraña durmiendo plácidamente pero heladita de frío.

Da igual qué pijama te ponga. Si te lo pongo fino para que sientas frío y no destapes, o si te abrigo como si estuvieras en la nieve. En ambos casos acabas destapada y con los pies y las manos heladas. Así que, a las 7 de la mañana, a veces, te vuelvo a meter en nuetsra cama, te acurruco en mi lado izquierdo y te abrazo de manera que tu carita queda enfrente de la mía y tu pie izquierdo se queda bailando un vals encima de mi barriga gracias a mi respiración.

 Te abrazo, siento tu calor. y disfruto de los pocos minutos que quedan para que suene el despertador, maldiciendo las rutinas laborables tan necesarias y que nos han permitido realizar nuestro sueño de construir contigo una familia. Construyendo una familia...

2 comentarios:

  1. La felicidad, sin duda, es un momento como éste. Precioso y tierno relato.

    ResponderEliminar
  2. Me uno a Beatriz, en esencia esta entrada es el recuerdo que todos querríamos tener.

    ResponderEliminar